Emprendedores, Inversores
Qué es una Due Diligence
Muchos proyectos empresariales nacen de una idea que, o bien añade un nuevo valor a un servicio o producto existente, o bien ofrece una tecnología completamente disruptiva. Sin embargo, y sea cual sea el caso, por muy prometedores que parezcan inicialmente los fundamentos y los planes de futuro de una startup, estos no siempre se traducen en un buen desempeño ni llegan a dar los frutos esperados.
Por esta razón, la incertidumbre es un factor consustancial a la inversión en compañías jóvenes, sobre todo las que están en fase de lanzamiento o semilla. Sin embargo, existen estrategias para disminuir en la medida de lo posible el riesgo para los inversores, ofreciéndoles garantías de que están contribuyendo económicamente a un proyecto de calidad. Es el caso de la conocida como due diligence (en español, diligencia debida), una investigación formal a la que deben someterse las startups antes de cualquier operación y que ofrece una radiografía completa de la empresa, pudiendo detectar así sus puntos fuertes y débiles.
Dada la importancia de este examen para evitar tropiezos y futuras pérdidas económicas, en The Crowd Angel lo consideramos un requisito imprescindible antes de realizar cualquier inversión y, por ello, contratamos los servicios de un tercero independiente, un despacho de abogados experto en la materia, para efectuar el proceso. Así nos aseguramos de que no existen riesgos adicionales, además del inherente al desarrollo de negocio, a nivel financiero, fiscal, legal, contable y laboral, que puedan poner en peligro el dinero de los inversores.
Un paso necesario
Lo cierto es que, hasta hace unos años, era raro oír hablar del concepto de due dilligence aplicado al universo de las startups, en parte porque este tipo de empresas, todavía en pañales, carecían de una trayectoria extensa que pudiera servir de referente para valorar su evolución y, en parte, porque en muchas ocasiones no se creía necesario para cantidades de inversión pequeñas.
Sin embargo, dado la proliferación de nuevos proyectos y de inversores, este análisis se ha convertido en una ventajosa herramienta para discernir entre los proyectos con verdadero potencial para los inversores y, del lado de las startups, para demostrar su valía. El resultado de la due diligence se convierte así en una especie de currículum que la joven compañía puede blandir como prueba de la calidad del equipo y del trabajo que realiza.
El examen, que podría entenderse como una auditoría, tiene lugar, normalmente, cuando va a producirse la venta de la empresa o cuando nuevos inversores van a sumarse al proyecto. En el proceso permite identificar posibles agujeros que podrían existir en algunas de las áreas estudiadas y despejar las dudas de los inversores, que pueden conocer todos los entresijos que subyacen al rostro público de la startup.
Aspectos a tener en cuenta
Aunque pueden variar, entre los puntos que suelen revisarse en una due dilligence, se incluyen varios aspectos complementarios que en conjunto dan una imagen global de la empresa y sus entrañas. Del lado tecnológico, se pueden revisar desde la propiedad de los derechos de los desarrollos o programas (si los hay) creados en el seno de la compañía hasta las patentes y los métodos utilizados o planeados para proteger estos conocimientos.
Además de estas licencias, pueden valorarse otros factores relacionados con el equipo humano y la infraestructura, como la competencia de los desarrolladores –por ejemplo, solicitando sus currículums–, la correcta documentación del código y la seguridad de los sistemas informáticos. Asimismo, pueden analizarse el grado de madurez de la tecnología y su progreso.
En los planos legal y financiero, el estudio suele implicar la revisión de licencias y la comprobación de que no existen litigios previos, así como el contraste de la información societaria y el requerimiento de un inventario completo de todos los productos y servicios ofertados, el presupuesto y justificación de gastos de la empresa. También se estudian los contratos firmados con terceros (clientes, proveedores, etc.) y se comprueba el cumplimiento con normas como las que tienen que ver con la protección de datos.
El análisis fiscal, uno de los más exhaustivos, está encaminado a comprobar que la empresa está al tanto y cumple con sus obligaciones fiscales, si ha tenido algún problema en este sentido y, en ocasiones, se mira también al futuro analizando la rentabilidad global del proyecto y la viabilidad del modelo de negocio.
Tampoco se pasa por alto el aspecto laboral, en el que se examinan las condiciones de los trabajadores (salarios, incentivos, vacaciones, etc.), sus contratos y el historial de disputas o posibles problemas con la aseguración de los empleados.
Se estudia, además, la documentación que acredita todos estos puntos, con lo que no llevarla al día o descuidar alguno de los factores a examen puede significar para la startups el rechazo por parte de los inversores. Es por esta razón que conviene a los emprendedores tomarse en serio el examen y prepararse para ello.
Duración y coste del procedimiento
En cuanto a la duración del proceso, depende del caso. Aunque puede oscilar entre semanas o meses, lo ideal es que se complete en el menor tiempo posible (sin perder rigurosidad). Las due diligences permiten a los inversores conocer en profundidad el proyecto, su modelo de negocio y su funcionamiento antes de comprometerse a aportar fondos que podrían caer en saco roto.
En el caso de The Crowd Angel, esta revisión se lleva a cabo cuando se cierra una operación, pero antes de firmar los contratos y realizar el desembolso. A partir de los resultados, los crowd angels podrán decidir si seguir adelante o valorar los aspectos negativos para determinar si desean continuar con la inversión.
El coste del procedimiento corre a cargo de los emprendedores, a los que el análisis servirá para conocer a fondo su propia startup y detectar los puntos flacos donde deben esmerarse, así como aspectos que pueden mejorar en los que quizá no habían reparado hasta entonces.
La transparencia es clave para que la revisión sea exitosa, pues los datos disfrazados y la información oculta acabarán saliendo a la luz en el proceso, restando credibilidad a la empresa y sus responsables, con la correspondiente pérdida de la confianza de los inversores que no estarán dispuestos a inyectar capital en un proyecto que tiene visos de hundirse.
Por esta razón, la mejor estrategia por parte de los emprendedores es sacar adelante las startups de la forma más honesta posible desde el comienzo, cumpliendo con todos los puntos que se analizan en las due diligences. Además de conseguir un mejor desarrollo de su iniciativa, atraerán a los inversores, viendo su esfuerzo traducido a términos monetarios.
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