Emprendedores
Por qué es importante analizar el ‘cash flow’ o flujos de caja de una ‘startup’
El cash flow, el flujo de caja de toda empresa que refleja su estado financiero en base a ingresos y gastos derivados de su actividad económica, es el indicador fundamental a la hora de determinar la viabilidad de un proyecto y sus posibilidades de supervivencia. Si en las economías domésticas el flujo de efectivo es importante para el día a día, en el ámbito empresarial lo es más. Pero si en algún sector el cash flow es tan relevante como para que buena parte de los planes a medio plazo giren en torno a él es en el de las startups.
No en vano, lo ideal es que el flujo de caja sea, desde el comienzo de la vida de un proyecto, un cálculo positivo en el que los clientes pasen a ser lo antes posible los mejores inversores de la compañía, compensando de esta forma los gastos asociados al comienzo de la actividad y al lanzamiento del producto. Sin embargo, la dificultad radica precisamente ahí, en captar a los primeros compradores mientras la startup hace frente a todos esos costes irrenunciables que conlleva levantar el proyecto en sí.
Además, captar a los primeros clientes no es necesariamente el único obstáculo que separa un proyecto del cash flow positivo: si, como es habitual, esos primeros compradores tienen un plazo de 30 días (o más) para pagar, el balance de la caja se verá aún más perjudicado. En definitiva, mientras los costes del inicio de vida de una startup se producen desde su primer día, los primeros ingresos pueden tardar bastante tiempo en llegar (y no necesariamente en la cantidad necesaria como para hacer que el flujo de caja sea positivo).
Ante esta problemática, resulta esencial que cualquier startup analice su cash flow y trate de prever cuál será ese flujo de efectivo en los próximos meses. ¿El motivo? Que la propia actividad empresarial gire en torno a este análisis y hacer así posible la sostenibilidad del proyecto.
Al fin y al cabo, analizar el cash flow y pronosticar sus vaivenes de los siguientes meses permitirá a los socios de una startup saber cuándo llegarán sus próximas necesidades de financiación y a cuánto ascenderán, aproximadamente. De esta forma, y manteniendo el supuesto de unas bajas (o prácticamente inexistentes) ventas, sería posible estimar cuándo haría falta llevar a cabo una ampliación de capital y, dado el caso, captar nuevos inversores (a pesar de la temida dilución) llevando a cabo los movimientos estratégicos necesarios para cerrar una nueva ronda de financiación.
Cambio de planes
En realidad, esa previsión de la evolución del cash flow en los próximos meses no tiene por qué ser necesariamente compleja: una simple hoja de cálculo permite reflejar qué pronóstico de cobro de deudores hay, qué previsión de nuevas ventas hay y cuáles son nuestros costes fijos, además de los gastos que supone la puesta en el mercado de nuestro producto.
Además, conviene llevar a cabo este pronóstico del cash flow para un periodo de tiempo de, como mínimo, un trimestre (e incluso de todo un año). Esto permitirá ver si en algún mes, por alguna situación puntual, habrá un descubierto en las cuentas de la startup. Si, efectivamente, es algo pasajero y por una cantidad de dinero razonable, existirá la posibilidad de negociar con el banco una salida a ese momento puntual o incluso un pequeño crédito que nos permita seguir operando con normalidad; si se trata de una situación sostenida en el tiempo o por una cantidad mucho mayor, entonces habrá que recurrir a una ampliación de capital o una operación similar para poder corregir el rumbo negativo de las cuentas empresariales.
A partir de ahí, el pronóstico del flujo de caja de nuestra startup también permite plantear cambios de estrategias más allá del plano meramente financiero. Así, conocer cómo evolucionará nuestro cash flow permite saber de cuánto tiempo disponemos para hablar con los potenciales clientes y evaluar qué les hará comprar nuestro producto o contratar nuestro servicio. De esta forma, habrá margen e información de primera mano de cuál habría de ser el rumbo del proyecto y pivotar en este sentido para maximizar las posibilidades de unas necesarias primeras ventas.
También cabe la posibilidad de cambiar la estrategia en el corto plazo en ciertos aspectos para evitar esa situación de un cash flow negativo que hemos logrado prever: intentar aumentar las ventas por medio de técnicas de marketing más agresivas, intentar acelerar el cobro de las primeras deudas o buscar la forma de minimizar los gastos de forma inmediata serían algunas de las opciones de la startup. Todo, gracias a esa previsión: de lo contrario, será una situación sobrevenida difícil de esquivar.
Además, pronosticar el cash flow antes siquiera de lanzar el proyecto ayudará a elaborar un plan de negocio realista que ayude a anticiparse a cualquier escenario posible en los meses siguientes. Ajustar las primeras contrataciones a las meramente imprescindibles o destinar más de lo planeado en un principio a marketing para ganar a una mayor velocidad a los primeros usuarios podrían ser dos de las estrategias incluidas en el plan de negocio con las que favorecer un cash flow positivo al comienzo de un proyecto. Y, en caso de prever un bache, barajar de inicio la posibilidad de una pronta ronda de financiación o un puntual crédito bancario.
No obstante, el emprendedor ha de tener en mente que su previsión del cash flow es solo eso, una previsión. De hecho, no se trata ni de lejos de una ciencia exacta y difícilmente la previsión del flujo de efectivo se corresponderá al 100 % con la realidad. De todas formas, esto no quiere decir que no sea importante o que su elaboración pueda descuidarse: es necesario llevar a cabo una previsión profesional en la que se tengan en cuenta todos los costes existentes (incluyendo impuestos y gastos corrientes) y siendo realista en la previsión de las primeras ventas. Por mucho que luego el dato no cuadre exactamente con el escenario real, tener una idea de lo que sucederá de una forma más o menos aproximada será mucho mejor que ir descubriéndolo con el tiempo (y con mucho menos margen de reacción).
Por su parte, los inversores también deberán fijarse en si el proyecto que les interesa cuenta con uno de estos análisis del cash flow. De lo contrario, podrían estar dedicando parte de su dinero en una inversión poco planificada en la que, probablemente, pronto habrá nuevas necesidades de financiación y problemas de efectivo.
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